Mantener el agua de la piscina en la “zona de confort” no es un capricho: es la diferencia entre un chapuzón verdaderamente relajante y un baño que se convierte en una carrera de resistencia. Cuando la temperatura desciende por debajo de los 24 °C, muchos nadadores se limitan a mojarse los pies; si supera los 30 °C, el agua pierde frescor, prolifera la materia orgánica y el cloro se evapora con mayor rapidez.
Encontrar ese equilibrio térmico resulta aún más complicado en primavera y otoño, cuando las noches siguen siendo frías y el viento acelera la pérdida de calor acumulado durante el día. En Cubriland te mostramos las claves para conseguir y mantener la temperatura perfecta, optimizando energía y reduciendo el tiempo de mantenimiento.
Primer paso: define tu “temperatura de confort”
Antes de plantearte qué método de calentamiento instalar o cuánta energía estás dispuesto a consumir, conviene determinar con precisión la “temperatura de confort” que realmente necesitas. No todas las piscinas se usan igual ni todos los bañistas buscan la misma sensación; por eso, establecer un rango objetivo te permitirá dimensionar correctamente la bomba de calor, los paneles solares o cualquier otro sistema, evitando sobredimensionar el equipo o quedarte corto y acabar con un agua poco apetecible.
La mayoría de los bañistas se sienten cómodos con el agua entre 26 °C y 28 °C.
- Piscinas familiares: 26 °C es un buen punto de partida para niños y adultos.
- Piscinas terapéuticas: valores cercanos a 30 °C resultan más apropiados para ejercicios suaves o rehabilitación.
- Piscinas deportivas: los nadadores suelen preferir rangos de 24 °C a 26 °C para entrenamientos prolongados.
Antes de invertir en un sistema de climatización, piensa quién usará la piscina y con qué frecuencia. Definir este rango te ayudará a optimizar tu inversión y a evitar consumos innecesarios.
La cubierta: primera barrera térmica
- Aislamiento térmico: el policarbonato celular retiene la temperatura diurna y minimiza la pérdida de calor nocturna.
- Menos evaporación: al reducir la evaporación, evitas que el agua se enfríe rápidamente y ahorras hasta un 50% de energía en climatización.
- Protección contra el viento: el aire en movimiento acelera la pérdida de calor; una cubierta crea un microclima estable.
- Mayor seguridad y limpieza: además de la temperatura, disminuye la entrada de polvo y residuos, simplificando el mantenimiento.
Al cerrar la piscina se crea un pequeño microclima que frena la evaporación, retiene la temperatura nocturna y protege del viento. Con una cubierta baja puedes ganar varios grados sin gastar un céntimo extra en energía; con una cubierta alta, además, logras un espacio interior agradable para cambiarte, ducharte o relajarte incluso cuando refresca. En ambos casos el agua se ensucia mucho menos, lo que reduce la frecuencia de mantenimiento.
Ten tu piscina siempre a punto
Instala una cubierta y ten tu piscina a la temperatura ideal durante todo el año.
Elegir el sistema de calentamiento
Bombas de calor
Las bombas de calor aire-agua extraen energía del ambiente y la transfieren al agua de la piscina. Su rendimiento se mide mediante el COP (Coeficiente de Rendimiento). Un COP = 5 significa que, por cada kWh eléctrico consumido, la bomba añade 5 kWh de calor al agua.
Aunque el rendimiento baja cuando la temperatura exterior cae de los 10 °C, en climas templados permite alargar la temporada de baño desde los primeros días de primavera hasta entrado el otoño, más aún si la piscina está cubierta.
Paneles solares
Si tu vivienda dispone de un tejado soleado, los colectores solares resultan casi imprescindibles. El agua circula por los paneles, capta el calor del sol y regresa a la piscina con varios grados de más. La inversión inicial se amortiza en pocos años, ya que el coste de funcionamiento es prácticamente nulo. Basta combinar los paneles con una cubierta para retener el calor acumulado en jornadas menos soleadas.
Intercambiadores y calderas
Quienes ya cuentan con una caldera de gas, gasoil o biomasa pueden instalar un intercambiador de placas. Su mayor ventaja es la rapidez: en pocas horas eleva el agua hasta la temperatura deseada. A cambio, consume más energía que la bomba de calor, de modo que suele emplearse para calentamientos puntuales o piscinas de gran volumen.
Buenos hábitos para conservar cada grado
Una vez instaurado el sistema de climatización, resulta esencial mantener a raya los parámetros del agua: pH, alcalinidad, cloro o sal deben revisarse con regularidad, porque las reacciones químicas se aceleran con la temperatura. Conviene también planificar los ciclos de filtración en las horas más cálidas del día, limpiar la cubierta con agua y jabón neutro para que el policarbonato conserve su transparencia y vigilar que no haya fugas que obliguen a reponer agua fría.
Te contamos todo lo que necesitas saber sobre el mantenimiento de una cubierta de piscina en
Conseguir y mantener la temperatura perfecta no consiste en gastar sin medida ni en instalar el equipo más potente del mercado: la clave está en combinar un sistema de calentamiento realmente eficiente con una cubierta bien dimensionada que retenga cada grado acumulado. Cuando el calor no se escapa por evaporación, la bomba de calor trabaja menos horas, los paneles solares rinden al máximo y la factura eléctrica se mantiene bajo control.
En Cubriland trabajamos para ofrecerte cubiertas que se ajusten a tu piscina y aporten un valor real: aislamiento térmico, eficiencia y comodidad. Si quieres ampliar tu temporada de baño y disfrutar de un agua siempre apetecible sin sorpresas en la factura, contacta con nuestros expertos. Te ayudaremos a elegir la cubierta perfecta para que tu piscina sea un espacio de descanso y bienestar durante todo el año.


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