Las estaciones del año no solo influyen en la temperatura ambiente o el entorno natural, también tienen un impacto significativo en la calidad del agua de tu piscina.
Con cada cambio de estación, las condiciones ambientales varían, lo que afecta tanto la limpieza, como la composición química del agua.
Mantener tu piscina en buen estado durante todo el año puede parecer un reto, pero hay soluciones eficientes para protegerla y garantizar que el agua esté en óptimas condiciones, independientemente de los cambios estacionales. ¡Sigue leyendo!
Cómo el cambio de estación afecta al agua de tu piscina
Primavera: Puesta en marcha
Durante la primavera, el clima se vuelve más cálido, los árboles empiezan a florecer y el polen, las hojas y otros residuos vegetales pueden empezar a caer en la piscina. Este aumento de material orgánico puede afectar la calidad del agua, provocando que los niveles de pH se desajusten y aumentando la necesidad de productos químicos para mantener el agua en equilibrio.
Los residuos vegetales no solo ensucian la superficie, sino que también pueden obstruir los sistemas de filtración. Además, el incremento en la temperatura puede favorecer la aparición de algas, un problema común en esta temporada.
Verano: Altas temperaturas y uso frecuente
El verano es la temporada en la que las piscinas se usan más intensamente. Las altas temperaturas provocan que el agua se evapore más rápidamente, lo que puede desajustar los niveles óptimos de productos químicos, además de requerir que se añadan con más frecuencia.
El uso constante por parte de varias personas también aumenta la acumulación de productos como protector solar, sudor y otros desechos orgánicos, lo que puede desequilibrar los niveles de cloro.
Otoño: Hojas y residuos en abundancia
El otoño marca la caída de las hojas y el aumento de los residuos que terminan en la piscina. Estos desechos no solo pueden ensuciar el agua superficial, sino que también afectan directamente su equilibrio químico. La descomposición de materia orgánica dentro del agua puede generar un aumento en los niveles de nitratos y fosfatos, lo que fomenta el crecimiento de algas.
Además, con la llegada de las lluvias otoñales, es común que la piscina se llene de agua de lluvia, la cual suele ser ácida y puede desajustar los niveles de pH y alcalinidad del agua, haciéndola menos segura para el baño.
Invierno: Protección contra el frío y las inclemencias del tiempo
Durante el invierno, muchas piscinas se encuentran en desuso, pero eso no significa que su mantenimiento pueda ser descuidado. Las bajas temperaturas pueden dañar las instalaciones de la piscina, y si el agua no está bien protegida, es probable que se ensucie con residuos de lluvia, viento e incluso heladas.
El agua fría, combinada con la falta de uso, puede fomentar la acumulación de suciedad y desechos. Además, las temperaturas extremas pueden dañar las tuberías y el sistema de filtración si no se toman las precauciones adecuadas.
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